Tengo el orgullo de ser peruano y
soy feliz. Palabras que encajan perfectamente conmigo, con mi realidad y con
mis ganas de seguir. Más que un orgullo, el hecho de haber nacido en el Perú es
una bendición. Un claro signo de patriotismo el mío, pero también de realidad.
Cada rincón de mi País tiene una historia que contar.
Indefinidas son las veces que mi
Perú se ha visto derrotado y en incontables ocasiones se ha encontrado
sumergido en el fracaso. A pesar de ello, cada vez que visito mi país me
desborda la alegría y las ganas de disfrutar de cada momento y de aquel lugar
que me vio crecer.
Yo me crié en Paramonga, un
pueblo muy pequeño del departamento de Lima, muy cerca de Barranco, un pueblo
con un clima perfecto, moderno y con un ambiente de la población casi
fraternal. Fueron años maravillosos, pero en mi caso con vagos recuerdos, pero
recuerdos tan imborrables como pueden llegar a ser el primer día de cole, de tu
primer beso, de tu boda o del día que Pep Guardiola y Andrés Iniesta se detienen
a hablarte, exacto, a hablarte. Inolvidable las tardes de tele con mi hermana y
mis padres sobre una frazada roja viendo a un Gianmarco aún con pelo en su
programa “Campaneando” o ver a la familia Dinosaurio y compararte con ellos,
obviamente yo era el bebé Sinclair. Para ese entonces sonaban éxitos como “La
Bilirrubina” de Juan Luis Guerra, “Sopa de Caracol” de Banda Blanca, “La gota
fría” de Carlos Vives, las canciones de azúcar moreno y, la tan alegre y
bailable “Macarena” de Los Del Río. Si tuviera la opción de escoger donde vivir mis
primeros años de vida sin duda escogería Paramonga.
La ciudad de la primavera y de la
marinera fue la que me vio crecer, que me enseño a vivir, y me mostró el
reflejo de lo que quería ser de mayor, aunque creo recordar que le decía a mi mamá que sería futbolista y astronauta. Ahí
estudié toda mi primaria y casi toda mi secundaria, en un colegio donde su lema
era casi imposible de no ver…”Ser claretiano es ser cada día mejor”…jamás lo
entendí ni quise hacerlo. En este ámbito también es imposible olvidar el día a
día, las clases y las amistades, las risas y burlas, ya que es obvio que en
cada aula debe existir el feo, el granoso, el chancón, el que se hace caca en
los pantalones cuando se pone nervioso, la niña que lleva huevo en un taper, el
mariconcito y el tan burlado, y seguirá siéndolo por los años de los años…EL
GORDO, diría que ser el gordito de la clase es lo peor que pueda haber, no hay
margen de no burla, eres el centro de las miradas y de las risas, no puedes
sentarte sin que los demás hagan la bromita de levantarse, eres el que provoca
todos los temblores del Perú, no puedes esconderte, porque no cabes! Al menos
el mariconcito está encerrado en su armario, en fin, eso añadido al sudor que
desprende su cuerpo y que suele ser el protegido del profe, no ayuda a su causa. Eso queridos amigos sólo
pasa en el Perú. Si tuviera la opción de escoger donde estudiar y que amigos
tener en el transcurso del cole, escogería a los mismos.
Pasa un poco más el tiempo, y
empiezan las pequeñas fiestas en casa de tus amigos, conoces nueva gente,
nuevos amigos, nuevas chicas, y así nuevas enamoraditas, tratas de ser lo más “cool”
posible para ir a la onda de tus amigos, vienen las primeras borracheras a base de dos vasitos de cerveza e increíblemente vienen las peleas, sorprendentemente la
gente se pega para demostrar que eres el líder de la pandilla, vaya tontería, y
si no le sigues el rollo, no eres apto en el grupo o colla, caballero pues a
pegarte como sonso, aunque yo nunca lo hice, creo que no me hizo falta, me
relacionaba con quien quería y creo que lo hacía bien, nunca fui un marginado
pero tampoco fui el que se proclama miembro jefe sin más.
Sin duda en el Perú el deporte
por excelencia es el fútbol, poca excelencia debe tener si somos eliminados
eliminatoria sí y eliminatoria también,
pero no, a pesar de ello la selección es el medio que une a todo peruano, todos
somos uno, nos juntamos y vemos cada minuto del partido, saltamos y gritamos
como si fuera la vida en ello, perdemos sí, pero eso no importa, hemos visto
jugar a nuestra selección y luchar por los colores.
Perú es empeño y dedicación, cada
peruano tiene el sacrificio de luchar y de trabajar con la intención de
prosperar y ante la adversidad reaccionar. Perú es diversión y cultura, considero
que he viajado lo suficiente, tanto a países con ciudades de fiestas y
monumentos reconocidos, y considero que no he pasado mejores momentos como en
mi querido Perú, vivir unos carnavales en la plena Cajamarca y conocer la
cultura incaica pasando por Sacsayhuaman, Ollantaytambo y acabando por el
majestuoso Macchu Picchu, son sensaciones que persistirán hasta el día que me
muera.
También es cierto que a mi país
se le puede criticar infinidad de cosas, pero también es cierto que a los demás
países también. Me quedo con su música, su cultura, su trabajo, su gastronomía
y su gente.
Es posible que el hecho de estar
lejos me haga echar más en falta a mi país, pero si Dios me diera la opción de
escoger donde volver a nacer sin duda escogería a mi Perú.
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